Caminaba por la ciudad de alasitas, me había escapado de un mundo serio, no importaba la lluvia y el frío. Esa avenida de automóviles de verdad estaba ahora enteramente dedicada a autitos pequeños de mentiras, dedicada a fútiles esperanzas, a astillas que amenazaban la realidad.
Ver todo eso, con una canción en quechua que venía de algún lugar y un poco de ese antiguo olor de incienso, me vino un poco de felicidad. Ganas de llorar al mundo mi felicidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario