miércoles, febrero 13, 2008

Disciplina de la vanidad

Lleno este espacio con la fútil ilusión de que alguien lo lea. Escribir estas palabras me hacen ser dios por un momento, y para ser díos tienes que matar el tiempo de siervo. Había una época en que escuchaba un tema de Black Sabbath...

Matar un tiempo por otro es necesario, y tiempo es personas, amigos, familia. Si eres capaz de renunciar a todo eso por tu egocentrismo escribidor, es ser egoísta, claro; es como aprender a morir varias veces (ya lo dijo Vila Matas), eso yo lo entiendo también como aprender a matar cosas que amas, que es lo mismo. Por eso quizás la idea del asesino y la escritura siempre me atrajo. A un escritor de verdad lo imagino como aquel que camina por la calle, sigiloso, con una daga por debajo para señalar cada detalle, cada gesto descuidado de los demás; como si tuviera la capacidad de quitar la vida a otros y luego botarla en cualquier esquina sucia del papel. Todo esto siempre con esa disciplina asesina: la mente fría y la impavidez para desdeñar y estrujar por igual los papeles o la misma vida.

Yo no lo veo tan feliz como lo ve Vila Matas, él dice que si todos leyéramos y escribiéramos, comprenderíamos más a nuestro prójimo y sería un mundo más feliz, etc. (creo que Vila Matas se está haciendo viejo, che). Quizá sea más complicado de lo que parece, si todos escribieran, el mundo estaría podrido de seres egocentristas que pagarían por que otros los lean. Cada uno andaría en su mundo; pero no sé, a lo mejor estaría interesante (¡ya no habría más encuentros blogger!)... bah, finalmente qué importa ese futuro, quizá la Tierra ya se destruya o, a lo mejor, se convierta en el paraíso de las revistas de los testiguillos, donde comes tranquilo, leche y miel, junto a un sociable león (aunque eso también esta triste pues no habría otro libro más que la Biblia).

Qué huevada, siempre preguntas y preguntas sin respuesta, quizá eso es la literatura, nada más que preguntas. Ni blanco ni negro, So.