miércoles, marzo 21, 2007

Tus zapatos navegando

Hace algunos años pasé por Cochabamba, recuerdo el aroma de las heroínas, el prado rumbo a las cervezas en unas casas blancas. Una presentación de libros y un concierto. Las fiestas en hangares desde los cuales despegaban ilusiones de vivir en esa tierra.

Y por cierto, recuerdo la Oquendo. Me veo comiendo un rellenito de papa en la esquina Jordán, cerca de la universidad. La cantidad de verduras y la variedad del picante. Pero necesito tu ayuda para ver tu árbol y luego situarme en la esquina Venezuela.
Quisiera recorrer con tus nuevos zapatos la ciudad eterna y luego despojártelos para suicidarnos en una piscina.

lunes, marzo 05, 2007

La angustia del delirio

Añoro su mirada burlona de niña echada a perder, esa que tanto me perturbó la primera vez que la leí, a la salida del mi primer blog, y que me llevó después a soltarle una frase muy pueril que de no haber sido ingenua no habría pronunciado.

Tienes un espejo de mí, me dijo, dándome pie para que ironizara durante una semana entera, pero a fin de cuentas la frase no era tan desacertada y por momentos vuelve a tenerla, vuelvo a tener su reflejo, pero sólo por momentos, porque cuando me mira sin verme siento que ya no le quedan pestañas, ni retina, ni iris, ni párpados, y que en cambio sólo le queda el hambre; un hambre feroz que no puede ser saciada.

A Sofia, mi bella Sofia, la envuelve un brillo frío que es la marca de la distancia, la puerta blindada de ese delirio que ni la deja salir ni me permite entrar.